Karma is a bitch… and it will fxck you in an Orgy.

El año, 1998. Yo era un adolescente entrando a la secundaria (jaja no hagan cuentas, porfa). Me encontraba justo en esa transición entre la educación primaria y la secundaria: cuando dejas de escuchar la música que tienes a tu alcance y empiezas a definir no solo tus gustos, sino tu identidad.

Recién había descubierto a Pearl Jam con su video «Do the Evolution», transmitido en MTV. Sí, cuesta trabajo creerlo, pero antes ponían videos musicales como parte de su programación habitual. Ese video marcó mi vida. Una dirección de arte oscura, música agresiva, contenido transgresor. Eso para mi era el rock. Pero no estoy aquí para escribir sobre Pearl Jam.

Como el 100% de adolescentes sin supervisión de sus hermanos mayores, estaba bien pendejo en cuanto a música se refiere. Comienza un video musical con un intro de batería electrónica con beats poderosos, estética cyber punk, entran guitarras eléctricas (uff, qué alivio, esto sí es rock), y una voz que, sin yo saberlo, imitaba a New Order diciendo: «HOW DOES IT FEEL? WHEN YOU TREAT ME LIKE YOU DO». Esa voz grave y potente de Jay Gordon, tan diferente al Glam de la década anterior y más parecida al Neue Deutsche Härte. Terminé de escuchar «Blue Monday» y pensé: «Si. Me gusta ORGY«.

No pude evitar ir a YouTube a revivir esos momentos, y encontré esta joya en los comentarios:

Y luego, los vi compartir escenario con Korn, Rammstein y Limp Bizkit en el festival Family Values ’98. Les recuerdo que en el 98 estaba descubriendo la música por mí mismo, así que estos eran mis máximos líderes de opinión en ese entonces. Para mí, eso acabó de reafirmar que ORGY era una buena banda.

En ese mismo año, ORGY sacó el video «Stitches«; un amigo me dijo «se oye bien rara esa música, bájale». Y fue ahí cuando decidí ir a mi tienda de discos más cercana a comprar el disco que la contenía: «Candyass«. Ese amigo mío tenía razón. Se oía rara esa música, pero no iba a bajarle. Nadie estaba acostumbrado a que el rock sonara tan electrónico. En esos años el rock electrónico más cercano que teníamos era Nine Inch Nails.

Claro, después entendí que ORGY (e incluso Nine Inch Nails) habían tenido una fuerte influencia del EBM noventero: Skinny Puppy, Front242, Nitzer Ebb… Pero en ese entonces, necesitaba más de esa música. Ese Future Pop que ORGY decía estar haciendo.

Veintitrés años, 4 discos oficiales, un montón de singles, la independencia de Ryan Shuck y Amir Derakh (sus guitarristas originales) para formar Julien-K, y la rotación del 80% de sus integrantes originales después… ORGY vuelve con su single «Karma Kastles«. Con un sonido mucho más maduro que en su debut, pero extrañamente familiar; un mensaje nostálgico escondido detrás de música enérgica, un beat electrónico en perfecto balance con guitarras distorsionadas, y esa grave voz de Jay Gordon que, por más que lo intenta, no le sale aguda, pero le da ese tono tan característico cuando grita.

Más allá de clasificar a una banda como «vendidos», creo que todas las agrupaciones evolucionan y, aunque nos hayan acompañado en momentos decisivos en nuestra vida, tal vez la música hacia la que ellos decidieron evolucionar (o que la disquera les impuso) se separó de nuestra identidad. Me pasó con Incubus, a quienes conocí en ese Family Values 98: esa banda que era un desmadre con su disco S.C.I.E.N.C.E. (1997), con quienes comulgué fuertemente en la secundaria, y que posteriormente acompañaron mi prepa con su enérgico disco Make Yourself (1999), pero que finalmente se alejaron de mi vida para nunca volver, con el disco Morning View (2001). Y no fue que dejaran de hacer buena música, porque al escucharlos se nota una clara evolución en su técnica: simplemente, dejé de identificar su mensaje melancólico y romántico con mi vida. 

Pero ORGY se ha mantenido ahí. Con sus escasas producciones en toda su carrera, para mí se convirtieron en ese amigo que te habla una vez al año, pero sabes que te va a ayudar a mudarte de casa. Tal vez en 1998 se adelantaron a su época, llevando el Future Pop al mainstream. Pero hicieron una buena apuesta sobre el género que decidieron representar, porque «Karma Kastles» no es solo para sus fans de hace 20 años, sino para cualquier persona que al día de hoy escuche rock.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *