Hoy es 8M, ¿qué ha pasado desde la última vez que escribí aquí? No, no vengo a preguntarles qué pasó con las mujeres desaparecidas o la inflación, les pregunto qué pasó en sus vidas, ¿reflexionaron? ¿cambiaron algo? Tranquilos, tampoco les vengo a regañar si no lo hicieron. Pero bueno, ahora si lo importante, el 8M; este año quise escribir algo más personal.

Iniciaré diciendo que me alegra mucho el ver a más mujeres unidas en las marchas, que veo más pañuelos morados y verdes, más mujeres cuestionándose; pero no quiero que se quede sólo en este día o en las calles. No me malinterpreten, es bonita la unión femenina, pero no es sólo hoy y tampoco sólo con las que te caen bien, sino con todas en cada momento. La sororidad no es selectiva, aunque recordemos que no le debemos nada a las mujeres que han sido nuestras agresoras. Sin embargo, y aceptémoslo, todas hemos sido agresoras en algún momento. Es bastante fuerte leer -y escribir- esto, pero muchas veces fue antes de conocer el feminismo y, más importante aún, ahora reconocer que lo fuimos y estamos en proceso de cambiar y dejar de repetir esos patrones.

Hoy quiero agradecer a mi madre, tías, abuelas, sobrinas, primas, amigas y conocidas porque son, y seguirán siendo mi motivo de lucha. Todas merecemos vivir en paz, con la tranquilidad de salir de fiesta y que quede en un grato recuerdo; todas merecemos volver a casa.
Hoy quiero que cada una de nosotras abracemos nuestro pasado, nos perdonemos y lo aceptemos, porque no lo podemos cambiar; por eso mi énfasis en cuestionarnos y reflexionar. Porque esta parte nos toca todos los días. Como lo escribí el año pasado, sólo podemos cambiar nuestro mundo y, créanme, cambiando nuestro mundo hacemos una revolución. No necesitamos un filtro en Instagram o una foto con nuestro pañuelo o cartel, necesitamos reconocernos, cambiar, cuestionarnos, desprendernos… porque sólo así estaremos siendo libres, estaremos revolucionando.

Si no pudiste salir a marchar, tranquila. La revolución esta en todas partes, todo el tiempo: en redes sociales, señalando a tus amigos, en los libros, en tus pensamientos, y -spoiler alert-, si le eres fiel a tus ideales y a ti misma, tal vez pierdas a personas en el proceso, pero esas personas son las mismas que no respetaron tus límites y que el día de mañana no te defenderían, así que en realidad no estas perdiendo, te estas respetando y defendiendo y eso es lo más valiente que harás.

Hoy les quiero decir que siempre tendrán a alguien que las escuche, le ofrezco mi mano a quien la necesite. Nadie está sola, no tiene porque estarlo, nos tenemos a nosotras y con eso basta para hacer un cambio.
Finalmente, decidí que este año les recomendaré ver Mujercitas, leer “Los hombres me explican las cosas” de Rebecca Solnit, escuchar “Azul Mineral” de Lau Crespa… y, para terminar, lo que más me costó fue elegir una frase, pero creo que elegí bien:
“No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.»
-Virginia Woolf